Se mejora la productividad. El adecuado funcionamiento de los equipos, tan vital para maximizar la producción, depende de un buen mantenimiento y de que este se lleve a cabo en lapsos planificados.

Se genera más confiabilidad. La confiabilidad será tanto para la compañía como para los clientes de la misma. Y no solo se trata de una mayor confiabilidad en cuanto al volumen de la producción, sino también respecto a la calidad de la misma. El mantenimiento proactivo es el que más genera confiabilidad cuando de redes informáticas se trata.

Se abaratan costos. Tan solo la revisión de una red de cómputo inactiva significa una mayor inversión por los servicios que hay que pagar a una compañía de soporte de red. El hecho de que los equipos reciban mantenimiento interno reduce las probabilidades de inactividad por averías mucho más graves.

Se hace más óptima la conexión. Generalmente, las computadoras se comunican bien si cuentan con un sistema de red en buen estado. Pero la optimización del servicio depende del número de ordenadores conectados y del diseño de la red de cómputo. Esa optimización puede mantenerse si se aplica un mantenimiento frecuentemente. De este modo, los clientes o empleados podrán tener acceso rápidamente a datos y recursos.

Se mejora la seguridad. Con un buen mantenimiento, las redes no son tan vulnerables a virus y hackers. El mantenimiento permite que la red esté debidamente vigilada, asegurada.

Más soluciones para recuperar información. Un buen plan de mantenimiento evita que se extravíe información o, en caso de suceder, las posibilidades de recuperarla son más altas. Y es que la labor de mantenimiento le proporciona a la red un almacenamiento de respaldo. Con esta posibilidad, el sistema se puede restaurar o reparar.